sábado, 18 de diciembre de 2010

124.

¡Detente, viento!
¡Que llevas contigo el aroma de vida
y las horas del tiempo!
Detente y dame una razón
para éste roto que no tiene remiendo.
Dimos al amor sueños de oro
y nos trajo un hálito de lamentos.
¡Detente, viento!
¡Que no consigue tu furia mi silencio!
Que se han cansado las palabras
de arremolinárseme dentro,
que hemos dejado la esperanza
a quien no puede empuñar el sentimiento.
¡Detente, viento!
¡O llévate contigo éste canto aéreo!
Allá donde descansa quebrada la mañana
sabiendo que sí, que es el momento.
Que hemos vivido más
que cualquier héroe de cuentos
y hemos forjado una leyenda viva
con la música que escriben nuestros dedos,
pero también hemos besado la oscuridad,
hemos tanteado peligrosos juegos
y el camino de lo correcto se confunde ahora
tras un manto gélido de secretos.
Y aunque hemos sentido un poder olvidado,
a pesar de salvar vidas, hemos errado.
¡Detente, viento!
¡Que tengo el alma rota y el corazón cansado!
Y llévame contigo lejos de aquí, a cualquier lado.
Si sigues gimiendo y soplando,
llévame, viento, contigo…
pues mi tiempo aquí se ha terminado.

martes, 30 de noviembre de 2010

123.

Vago preludio de susurros 

que en aciaga noche acontece
bajo la blanca luna que crece, 
escuchad mi conjuro:

Conozcan aquellos que juzgan 
el dolor de a quienes han juzgado, 
muerte tengan traicionados 
por el veneno con el que comulgan.

Surque las sombras ésta maldición 
como una estrella fugitiva 
que lleve a Telvêrnia la misiva 
de su propia perdición:

¡Que yo, la bruja sin corazón, 
convoco a las criaturas de los planos
y guiadas por la magia de mis manos
os enseñen lo que es el dolor! 

Porque en aqueste último bramido
de la bruja desterrada y mezquina
se esconde la condena que algún día
se alzará para llevaros al olvido.

lunes, 7 de junio de 2010

122.

He perdido el rumbo de la vida,
voy vagando sin sentido,
ahogándome entre las raíces
en las que crece el olvido.
Apenas escribo algo más
que palabras vacías
que carecen de sentido.
Pierdo los estribos
en un mundo cada vez más cruel,
cada vez más frío.
Hoy hace cuatro años
que te has ido
y las cosas por aquí
se han sumido en un abismo
de silencio y ausencia,
de dolor e impotencia,
de los recuerdos
de aquellos días en los que
violaron nuestra inocencia.
Mándame una señal
que me devuelva la consciencia
sobre todo lo que me rodea,
que me devuelva la esperanza
de creer que las personas que llegan
no siempre se marchan,
que no es la soledad eterna.
Dime que no fue culpa nuestra,
que defendimos lo que somos
y que valió la pena,
que tiene sentido luchar
por todo lo que creemos
aunque nadie más lo entienda.
Dame un motivo para sonreír
sin que se esconda en mis ojos
la tristeza.

viernes, 7 de mayo de 2010

121.

No descansa cuando duerme, descansa cuando se rodea de la soledad de la oscuridad, cuando la única luz que la alumbra es la tenue palidez de la luna. Cuando no hay gente para escupir un “cómo estás” que en realidad no le interesa. Cuando no hay que sonreír y aparentar.

Mirara donde mirase, hectáreas de incertidumbre, sueños en forma de enredadera que remolonean alrededor de su cuerpo, apretando cada vez un poco más… y más, y más, hasta que deja de percibir el aire que le rodea y se asfixia entre la marea de sus recuerdos.

Su corazón se divide en tres partes: una que a veces entrega y comparte, dos atadas a un par de promesas que pesan tanto como duelen. Una exige silencio, otra frialdad… ambas secreto. El pasado ya ha dejado demasiadas cicatrices en su alma y en su cuerpo.

Sabe que la fuerza no reside en no llorar, sino en llorar por dentro y que las lágrimas empujen fuera todo el veneno que la contamina…
Sabe que los monstruos que se tienen bajo la cama sólo existirán mientras se quieran ver.
Que el amor que te aleja en el dolor y vuelve a llamarte en la risa no es amor, es conveniencia y por tanto no valen los cambios de guión, el punto y aparte tembloroso que continúa su historia en el siguiente renglón.
Sabe dar el punto y final, el fin a la actuación.

Sabe que hay cosas que no se pueden confiar… escenarios en blanco y negro, ecos de voces que no dejan olvidar.

Sentimientos que sólo la última mota de arena del reloj se conseguirá llevar, arrastrándolos con ella.


lunes, 3 de mayo de 2010

120.


Nadie hace caso del agua que va después de la lluvia cuando vuelve el sol. Poco importa si sobre ese agua hay lágrimas después de haber llorado por amor, por dolor. El agua se evapora, vuelve al aire y a nuestros pulmones, respirando el viento que sentimos en la cara. Y las lágrimas vuelven a entrar en nosotros, como las cosas que hemos perdido...pero nada se pierde en realidad. Cada segundo que pasa, cada luna que surge, no hace más que decirnos: "Vive, vive y ama lo que tú eres, como tú eres, por lo que eres. Mira en lo alto hacia el cielo, cierra los ojos y no te canses nunca de soñar". La vida es muy corta para no ser felices...juntos.

Tengo ganas de ti (Federico Moccia).

domingo, 25 de abril de 2010

119.

Los sueños se desvanecen,
las palabras se sumergen
en el mar de sombras
donde nace la soledad
y el arte se muere. 
Llega de ninguna parte
y se convierte en un adiós
plagado de espinas,
en un corazón de recuerdos
con más lágrimas que sonrisas.
La lluvia se convierte
en un ácido que se extiende
por la silueta de la vida,
desfigurando rostros, 
borrando identidades que
ya estaban perdidas. 
Nos convertimos en la cara
de la duda,
en la tristeza paseándose
desnuda...
no queda vanidad ni hipocresía, 
no queda ambición, ni crueldad, 
ni poesía.
La naturaleza se marchita, 
se esconde humillada…
la muerte nos mira y palidece,
no nos llama, 
no dice nuestros nombres,
enmudece…
Fuimos todo y ya no somos nada.
Un abismo inmenso de ignorancia.



lunes, 29 de marzo de 2010

118.

Él se sienta sobre el césped de los sueños con un bocado de vida entre los labios y el primer albor acariciándole la piel, que tiene el tacto de una nube y huele siempre a primavera. Mira a la vida y al destino a los ojos con los suyos cerrados, porque sabe que las cosas importantes sólo se ven con el corazón. 

Ella le observa desde el otro lado del arroyo, donde las altas copas de los gruesos árboles enraizados sólo dejan paso a una oscuridad densa y asfixiante, casi palpable, con la mirada perdida. Le gustaría poder ver lo que le rodea como lo hace él, sabiendo que la flor que se muere hoy mañana se reencarnará en una bonita mariposa, porque mañana siempre es otro día. Y lo intenta, pero la mayor parte del tiempo mira el mundo con los ojos del pasado, que guarda tantas sombras que hace confortable el lugar de donde observa. 



Pero a veces él sonríe y entre las hojas se cuelan hilillos de luz dorada que se arremolinan en su pelo y su corazón bombea palabras desordenadas y sentimientos desconocidos. Se siente como en un parque de atracciones, de todas las que siente por él. A veces, en sus pensamientos, sube tan deprisa por la montaña rusa de sus besos, que se queda sin aliento… y al mirarle a los ojos le coge el vértigo.

Porque sigue subiendo, bajando, gimiendo, llorando, gritando y riendo… pero sabe que en cualquier momento su vagón puede frenarse en seco.

miércoles, 10 de marzo de 2010

117.

Madrid llora otra vez y yo no distingo la lluvia de mis propias lágrimas, yo sólo quiero ser esa luz que te ilumina y te besa la cara. Que el calor de tu piel me robe el frío que dejan éstas noches que empiezan a hacérseme tan largas... y quiero, tal vez, robarte caricias de madrugada, quiero mordiscos a traición y latidos desbocados que lleguen a mi propio corazón como disparos a bocajarro. Quiero volver a robarle las horas a esta vida tan zorra a través de tus labios. Quiero decirte todo lo que no supe decir, todo lo que reprimí porque mi lengua a veces se vuelve temeraria, que lo mismo se traba que recorre los paisajes que se esconden en tu cuello y siguiéndote las pecas dibuja constelaciones en el cielo de la curva de tu espalda. Quiero abrazarte a ti al dormir y no a la almohada, quiero verte a ti por las mañanas y no ese sol que absurdo se cuela entre las sábanas. Acariciar tu nuca con mi aliento en vez de echarlo en cualquier cristal, en cualquier ventana, para escribir tu nombre entre el vaho que la empaña. Quiero que sepas que la mejor poesía que he leído estaba escrita en tu mirada y que traía consigo la palabra sonreír, que no se puede esconder y a la que nadie engaña. Y por eso, aunque duela todo lo que aleja la distancia, por dentro algo me dice que... quizás mañana...

jueves, 4 de marzo de 2010

116.

Ya no sabía si tropezaba o la empujaban, pero ahí estaba, cayendo de nuevo hacia una oscuridad en la que ésta vez no encontraba ese pequeño punto de luz, extendiendo el brazo hacia una inmensidad azul que se iba haciendo cada vez más pequeña. Creía distinguir las siluetas de quienes habían vivido a su lado, de una forma u otra, como sombras peleando contra la luz del sol, pero no lograba alcanzarles, como habría pasado otras veces. Creía oír su nombre atravesando la nada junto a ella, pero ya no era más que un eco lejano de voces transformadas en aullidos guturales. Quiso sentirse asustada, gritar, llorar, aferrarse a cualquier cosa como última esperanza... pero era inútil. Se limitó a dejarse caer hasta que su cuerpo impactara contra el fondo, le esperara lo que le esperase.


De todos modos, su vida ya tenía fecha de caducidad.

lunes, 1 de marzo de 2010

115.

Y vuelves a atrapar mi tristeza para esconderla en tu bolsillo, para alejarla de mí. De nuevo has sembrado el jardín de mis pesadillas con nuevos sueños, con otras esperanzas… y yo sigo llena de amor por todo aquello que te pertenece, llena de celos por todo lo que te roza y me quita un trocito de ti… y tú sigues aquí, entregándome la vida en cada suspiro, suplicando por mis besos sin saber que ni siquiera tienes que pedirlos… porque son tuyos.


Porque yo ya no soy mía, sino tuya.
Los Puentes de Madison.

jueves, 25 de febrero de 2010

114.

Nunca me costó imaginarme sus miradas, ni sus sonrisas. Imaginar, soñar... siempre han sido mis actividades favoritas... pero ahora todo es distinto. Febrero ha cambiado imaginar por añorar.

Añorar, por ejemplo, el rojo de su pelo las pocas veces que lo bañaba el sol. El blanco de su piel, que se confundía con la nieve que nos rodeaba, la nieve a la que yo ya estaba acostumbrada pero aprendí a ver de nuevo a través de él, de otra forma.

Añorar contar las pequitas de su cara, llevarme otras cuantas con los labios, de su espalda. Añorar su forma de mirarme, como si de verdad fuera guapa. Sus abrazos desde atrás, su barbilla en mi hombro, sus palabras. Robarle a la noche el calor que nos negaba.

Echar de menos los cafés en cualquier sitio, a cualquier hora de la tarde o la mañana. Hacerle elegir cualquier cosa, por tonta que fuera, sólo porque me gusta la expresión de su cara. Su voz. Su risa. Los calambres que le daba. Los que él me daba a mí. Que se comiese mi pelo cada vez que me besaba. Su lengua abrirse paso a mi garganta. Que me dijese "qué suavita estás", aunque él lo fuese mucho más. Su pijama. Su olor.

Añorar, también, que me despertara con un beso en la cara y ser la suya lo primero en ver cada mañana, lo último cada noche. Sentirme más cómoda que nunca y, a la vez, nerviosa perdida. Conocer a las mariposas de las que me he reído toda la vida. Los latidos de su corazón. Sentir que el mío se me iba a salir del pecho. Su mala suerte, aunque dijese que era mía. Sus mensajes a las 5 de la mañana, aunque estuviésemos a dos metros de distancia...

...estar sólo a dos metros de distancia.
Echarle de menos. A él, a mí, a lo que soy con él.


Hace poco tiempo éste blog cumplió un año. Yo cumplo hoy otro más, por eso he esperado hasta éste momento para contarlo. Ha sido un buen año, con sus idas y venidas, pero un buen año. Con un cierre inmejorable y un principio del nuevo igual de bueno.
Gracias. A todos los que habéis leído, comentado y seguido. Pero en especial, gracias a los que habéis llegado hasta aquí, a pesar de que últimamente no haya tenido mucho tiempo para dedicar a los blogs y a comentaros. Espero seguir otro más, y seguirlo con vosotros.

Sigo soñando, seguid soñando.
En el momento más inesperado, los sueños se hacen realidad.

jueves, 18 de febrero de 2010

sábado, 13 de febrero de 2010

112.


Lo que envidio de los niños es que, en realidad, todo les da igual. Da igual que el chico de la clase de enfrente venga y te tire de la coleta, después te regala la mitad de su chicle y volvéis a jugar. Siempre he creído que esa etapa, en la que tienes imprimada de forma absurda e incoherente la palabra “perdonar”, es la mejor de nuestras vidas. A mí me duró poco.

Hace años, creía en muchas cosas. Cuando era niña, me esforzaba en pensar que hasta en el fondo de la persona más injusta y deplorable se escondía siempre algo de bondad. Creía, o quería creer, que podías confiar en las personas: sembrar y cosechar. Así de simple lo creía porque así de simple me resultaba a mí. Me equivocaba.

Ya entrando en la adolescencia, cuando poco a poco iba olvidando los retazos sueltos de inocencia que la mente me permitía recordar, me di cuenta de que la vida es el chulo que nos manda a las esquinas a abrirle las piernas al dolor y la soledad. Porque da igual lo que hagas y lo mucho que te esfuerces en confiar.

En éstos años me he dado cuenta de que la amistad es muy relativa, que una persona está ahí cuando no tiene otro sitio donde estar, la mayoría de las veces. Que te sueltan un “te quiero porque eres especial” y, en realidad, siempre vas a ser lo último en lo que pensar.
Me he dado cuenta también de la ligereza con que se utilizan esas dos palabras, “te quiero”. Que hoy en día la amistad es un espejismo y que, como diría La Fuga, hay demasiado “amor de contenedor”.

Lo peor no es que tú no le importes a nadie… lo peor es que a ti ya nada te importa.

viernes, 12 de febrero de 2010

111.

Contaban algunas
que había un caballero
que en vez de una pluma
llevaba la luna
prendida al sombrero.

Si le preguntaban:
¿por qué esa rareza?
El hombre explicaba
que le recordaba
a una princesa.

-¿De grandes riquezas?
-inquiría un niño-
-De labios cereza,
mirada traviesa y
la piel de un armiño.

-¿En qué se parece
su dama a la luna?
-De noche adormece
su alma y la mece
en sueños de espuma.

Muriendo de pena
me dejó el corazón;
su belleza plena,
canto de sirena:
todo se lo llevó

en un amanecer
en que el sol quemaba
su cuerpo de mujer...
sólo pude coger
su luz y guardarla.

miércoles, 10 de febrero de 2010

110.

Otra vez nos coge el amanecer con el sueño abandonado, con recuerdos desnudos de cosas que en realidad
nunca han pasado. Como decirte, por ejemplo: eh, que tú y yo nos conocemos desde hace casi los mismos años que vidas tiene un gato, pero hemos vivido más que siete gatos juntos. Y hablando de momentos inventados, siete segundos pasaron la medianoche cuando me besaste para celebrar el año nuevo que había entrado. Y como siete es tu número, siete son los besos que te guardo.

A la mierda mi silencio, que ya son muchas las cosas que me he callado. A la mierda mariposas, que ya te dije: contigo, tormentas de viento huracanado.
Que me he bebido tanto tus sonrisas, tus palabras, que ahora que llega la borrachera, en vez de ver borroso, Febrero me parece primavera.


PD: Tres sílabas. Ocho letras.

lunes, 25 de enero de 2010

109.

Está llena de vida, piensan; pero no la conocen. Al menos, no como la conozco yo, que se me han muerto horas y horas admirándola. Está llena de magia, de alegría, de pasión, dicen… pero yo te observo desde arriba, desde mi ático de una sola habitación, y veo tus ojos azules enturbiados por algo más que la polución. Yo veo más allá de tu fachada de continuo ajetreo salpicada del constante traqueteo y los ruidos de motor. Yo te miro desde mi elevada lejanía y de tu vida me llega tan sólo un rumor, un eco silencioso de la gente que se empuja y que divaga sin control… y más que un canto de vida me parece una elegía cargada de dolor. Y así, al contemplarte tan triste y sola, como un irónico cuadro inspirado en mi corazón, me doy cuenta de que sí, nos rodeamos de gente… pero qué solas estamos las dos. Madrid, yo sé más de ti que nadie, tú sabes más de mí que yo.



Ésto va a dar un parón temporal. No me siento con ganas, ni con ánimo, ni con la inspiración suficiente para escribir en éste momento... y lo que uno escribe debe salir siempre del corazón. Os agradezco muchísimo todos vuestros comentarios y vuestras visitas, y espero seguir leyéndoos tanto por aquí como por vuestros blogs. Sin más, que enero se os cierre de lujo... y febrero os empiece mejor.

viernes, 22 de enero de 2010

108.

No te hablo de rostros perfectos ni siluetas plastificadas,
te hablo del verdadero significado del placer,
del que te puede hacer gemir con un par de palabras
y hacerte el amor sólo con la mirada.
Te hablo de labios que se encuentran,
y luchan, y se cuentan todo lo que piensan nuestras almas.
Te hablo de escribirte con las uñas
lo que me haces sentir a lo largo de tu espalda.
Te hablo de intercambiar susurros a media luz
por respiraciones entrecortadas.
Te hablo de lo que sólo comparte un nosotros,
de esa intimidad intensa y descarada
que poca gente conoce y de la que nadie habla.
Te hablo aunque quizá no entiendas nada,
porque lo que yo te ofrezco no puede describirse con palabras.


viernes, 15 de enero de 2010

107.

El Nombre del Viento, de Patrick Rothfuss.


martes, 12 de enero de 2010

106.


El alba gime y se esconde,
y remolonea, y se retuerce, y lucha
contra los últimos vestigios de la noche.

Mientras, intento no perderme
entre los suspiros que me robas y los sueños
en los que te cuelas para sorprenderme.

Mi cama se va estrechando
y ni siquiera alberga ya éste cuerpo
que con el tiempo se ha ido enfriando.

Tengo los labios resecos, cortados
de los besos que no diste, de los besos
que te dejaste aquí olvidados.

La almohada tiene tu aroma grabado
y las sábanas siguen encogiéndose
siguiendo el camino que tu cuerpo dejó tatuado.

Mis caderas no se acostumbran al vacío
que dejaron tus manos, mis manos lloran
cada palabra de las cartas que te envío.

El teléfono se sigue consumiendo
esperando una llamada:
un te quiero, un volveré… un lo siento.

Mi vida sigue esperando, envejecida,
a que vuelvas con un ramo de sonrisas
y le devuelvas la juventud que cree perdida.


sábado, 9 de enero de 2010

105.

Cuando pienso en él
el tiempo se congela
y no existe nada más:
ni el cielo, ni la tierra.
Cuando pienso en él
descubro mil palabras
nuevas, y todas hablan
del tacto de su nombre
acariciándome la piel.
No necesito convencerme
de lo que hace tiempo sé:
imposible no existe
si me dices que algún día
te tendré.
Cada hora que se muere
me ayuda entender
que estamos un paso más cerca.
Me ha hecho vivir al revés
y contar los días que faltan
en vez de los que llegan.
Su voz es la canción
que escucho mientras duermo,
sus ojos la luz
que brillan en medio de la nada,
que inundan de paz,
de seguridad y de calma.
Él es el norte de mi brújula,
mi punto en el mapa,
mi lugar donde volver
cuando todo marcha bien
o cuando todo me falla.
Me he aprendido de memoria
las pecas que se pierden en su espalda,
la mueca que forman
sus labios al curvarse y sonreír.
He aprendido a sentir
lo que creía que ya sabía
pero nunca conocí.
He aprendido a valorar más
las palabras justas
en el momento adecuado
en lugar de un largo discurso
vacío y preparado.
Y sin saberlo,
ha cambiado el ritmo
con el que el corazón solía latir,
ha cambiado
el significado de cualquier amanecer
y a veces me he quedado
tanto rato sin respiración
que parecía morir.
Él es como el sol;
sin darse apenas cuenta
me ha devuelto todo el calor
que hacía tiempo me faltaba…
y su forma de brillar
está tan cerca aunque sea
tan lejana…
Y aunque parezca más peligroso
cada segundo, aunque me sepa
de memoria lo que apaga la distancia…
la luna y el sol lo tienen más difícil
e incluso ellos, en ocasiones, se abrazan;
la palabra imposible es imposible
si me hablas de nosotros dos.


sábado, 2 de enero de 2010

104.

Me da igual si la vida
se empeña en decir que es mala idea;
me da igual que el resto del mundo
no lo entienda,
no les culpo:
ellos no tienen su sonrisa
metida continuamente en la cabeza.
Ellos no se han enamorado
de su voz en cada palabra,
de sus ganas de vivir,
del sonido de su risa.

No me hablen de poesía
si no han visto
cómo baila el fuego de su pelo,
ese que se aviva en sus ojos
que parece que ardan
y se quemen por dentro
y que cuando los miro
(en la distancia, desde lejos)
hacen que me pregunte
cuál es el misterio de su corazón…
y a qué saben sus besos.
No, no me hablen de rimas
que al final quedan vacías:
sólo escribo lo que siento.

Yo guardo todos sus mensajes,
él guarda todos mis secretos,
y aunque no pueda abrazarle
cuando tengo ganas de llorar
es él en quien pienso
para no desmoronarme.
Que sabe todo lo bueno
que hay en mí,
pero también todo lo malo…
y en vez de juzgarme
está siempre ahí,
tendiéndome la mano.

No me hablen de magia,
porque él es mucho más que eso…
es el único capaz
de hacer brillar el sol en mi ventana
y siempre despide
esa felicidad que se contagia.
Magia es que el corazón
se me salga del pecho
cuando leo su nombre en mi teléfono
y que su rostro sea lo primero
que me viene a la cabeza cada día.
Magia es que, sin saberlo,
me haya hecho llorar más de una vez…
y todas hayan sido de alegría.

No se confundan:
no les estoy diciendo
que sea perfecto,
les estoy diciendo que su alma
parece a ratos una gemela de la mía
y a ratos completamente diferente:
se complementan
y casi nunca se hieren.
Les hablo de adorar
que a veces parezca indiferente
y dos minutos después haga
que mi cuerpo tiemble;
les hablo de odiar
que le pida un beso y me lo niegue
y que justo después de irme a acostar
me llegue en forma de sms
y sea el doble de especial.
Les hablo de que se ría
con cualquiera de mis tonterías,
de que cuando me pongo borde
siempre tiene una contestación
que hace que sea yo la que sonría;
les hablo de que escucha
cada una de mis movidas
y siempre sabe exactamente
las palabras que me alivian.

Así que me daría igual
que el resto de la humanidad
no lo entendiera…
mientras él quiera
yo seguiré luchando,
aunque a veces duela.
Y aunque a veces
más que esperar, desespero,
iré a contracorriente hasta el final,
porque yo…