domingo, 25 de abril de 2010

119.

Los sueños se desvanecen,
las palabras se sumergen
en el mar de sombras
donde nace la soledad
y el arte se muere. 
Llega de ninguna parte
y se convierte en un adiós
plagado de espinas,
en un corazón de recuerdos
con más lágrimas que sonrisas.
La lluvia se convierte
en un ácido que se extiende
por la silueta de la vida,
desfigurando rostros, 
borrando identidades que
ya estaban perdidas. 
Nos convertimos en la cara
de la duda,
en la tristeza paseándose
desnuda...
no queda vanidad ni hipocresía, 
no queda ambición, ni crueldad, 
ni poesía.
La naturaleza se marchita, 
se esconde humillada…
la muerte nos mira y palidece,
no nos llama, 
no dice nuestros nombres,
enmudece…
Fuimos todo y ya no somos nada.
Un abismo inmenso de ignorancia.