Está llena de vida, piensan; pero no la conocen. Al menos, no como la conozco yo, que se me han muerto horas y horas admirándola. Está llena de magia, de alegría, de pasión, dicen… pero yo te observo desde arriba, desde mi ático de una sola habitación, y veo tus ojos azules enturbiados por algo más que la polución. Yo veo más allá de tu fachada de continuo ajetreo salpicada del constante traqueteo y los ruidos de motor. Yo te miro desde mi elevada lejanía y de tu vida me llega tan sólo un rumor, un eco silencioso de la gente que se empuja y que divaga sin control… y más que un canto de vida me parece una elegía cargada de dolor. Y así, al contemplarte tan triste y sola, como un irónico cuadro inspirado en mi corazón, me doy cuenta de que sí, nos rodeamos de gente… pero qué solas estamos las dos. Madrid, yo sé más de ti que nadie, tú sabes más de mí que yo.
Ésto va a dar un parón temporal. No me siento con ganas, ni con ánimo, ni con la inspiración suficiente para escribir en éste momento... y lo que uno escribe debe salir siempre del corazón. Os agradezco muchísimo todos vuestros comentarios y vuestras visitas, y espero seguir leyéndoos tanto por aquí como por vuestros blogs. Sin más, que enero se os cierre de lujo... y febrero os empiece mejor.