lunes, 25 de enero de 2010

109.

Está llena de vida, piensan; pero no la conocen. Al menos, no como la conozco yo, que se me han muerto horas y horas admirándola. Está llena de magia, de alegría, de pasión, dicen… pero yo te observo desde arriba, desde mi ático de una sola habitación, y veo tus ojos azules enturbiados por algo más que la polución. Yo veo más allá de tu fachada de continuo ajetreo salpicada del constante traqueteo y los ruidos de motor. Yo te miro desde mi elevada lejanía y de tu vida me llega tan sólo un rumor, un eco silencioso de la gente que se empuja y que divaga sin control… y más que un canto de vida me parece una elegía cargada de dolor. Y así, al contemplarte tan triste y sola, como un irónico cuadro inspirado en mi corazón, me doy cuenta de que sí, nos rodeamos de gente… pero qué solas estamos las dos. Madrid, yo sé más de ti que nadie, tú sabes más de mí que yo.



Ésto va a dar un parón temporal. No me siento con ganas, ni con ánimo, ni con la inspiración suficiente para escribir en éste momento... y lo que uno escribe debe salir siempre del corazón. Os agradezco muchísimo todos vuestros comentarios y vuestras visitas, y espero seguir leyéndoos tanto por aquí como por vuestros blogs. Sin más, que enero se os cierre de lujo... y febrero os empiece mejor.

viernes, 22 de enero de 2010

108.

No te hablo de rostros perfectos ni siluetas plastificadas,
te hablo del verdadero significado del placer,
del que te puede hacer gemir con un par de palabras
y hacerte el amor sólo con la mirada.
Te hablo de labios que se encuentran,
y luchan, y se cuentan todo lo que piensan nuestras almas.
Te hablo de escribirte con las uñas
lo que me haces sentir a lo largo de tu espalda.
Te hablo de intercambiar susurros a media luz
por respiraciones entrecortadas.
Te hablo de lo que sólo comparte un nosotros,
de esa intimidad intensa y descarada
que poca gente conoce y de la que nadie habla.
Te hablo aunque quizá no entiendas nada,
porque lo que yo te ofrezco no puede describirse con palabras.


viernes, 15 de enero de 2010

107.

El Nombre del Viento, de Patrick Rothfuss.


martes, 12 de enero de 2010

106.


El alba gime y se esconde,
y remolonea, y se retuerce, y lucha
contra los últimos vestigios de la noche.

Mientras, intento no perderme
entre los suspiros que me robas y los sueños
en los que te cuelas para sorprenderme.

Mi cama se va estrechando
y ni siquiera alberga ya éste cuerpo
que con el tiempo se ha ido enfriando.

Tengo los labios resecos, cortados
de los besos que no diste, de los besos
que te dejaste aquí olvidados.

La almohada tiene tu aroma grabado
y las sábanas siguen encogiéndose
siguiendo el camino que tu cuerpo dejó tatuado.

Mis caderas no se acostumbran al vacío
que dejaron tus manos, mis manos lloran
cada palabra de las cartas que te envío.

El teléfono se sigue consumiendo
esperando una llamada:
un te quiero, un volveré… un lo siento.

Mi vida sigue esperando, envejecida,
a que vuelvas con un ramo de sonrisas
y le devuelvas la juventud que cree perdida.


sábado, 9 de enero de 2010

105.

Cuando pienso en él
el tiempo se congela
y no existe nada más:
ni el cielo, ni la tierra.
Cuando pienso en él
descubro mil palabras
nuevas, y todas hablan
del tacto de su nombre
acariciándome la piel.
No necesito convencerme
de lo que hace tiempo sé:
imposible no existe
si me dices que algún día
te tendré.
Cada hora que se muere
me ayuda entender
que estamos un paso más cerca.
Me ha hecho vivir al revés
y contar los días que faltan
en vez de los que llegan.
Su voz es la canción
que escucho mientras duermo,
sus ojos la luz
que brillan en medio de la nada,
que inundan de paz,
de seguridad y de calma.
Él es el norte de mi brújula,
mi punto en el mapa,
mi lugar donde volver
cuando todo marcha bien
o cuando todo me falla.
Me he aprendido de memoria
las pecas que se pierden en su espalda,
la mueca que forman
sus labios al curvarse y sonreír.
He aprendido a sentir
lo que creía que ya sabía
pero nunca conocí.
He aprendido a valorar más
las palabras justas
en el momento adecuado
en lugar de un largo discurso
vacío y preparado.
Y sin saberlo,
ha cambiado el ritmo
con el que el corazón solía latir,
ha cambiado
el significado de cualquier amanecer
y a veces me he quedado
tanto rato sin respiración
que parecía morir.
Él es como el sol;
sin darse apenas cuenta
me ha devuelto todo el calor
que hacía tiempo me faltaba…
y su forma de brillar
está tan cerca aunque sea
tan lejana…
Y aunque parezca más peligroso
cada segundo, aunque me sepa
de memoria lo que apaga la distancia…
la luna y el sol lo tienen más difícil
e incluso ellos, en ocasiones, se abrazan;
la palabra imposible es imposible
si me hablas de nosotros dos.


sábado, 2 de enero de 2010

104.

Me da igual si la vida
se empeña en decir que es mala idea;
me da igual que el resto del mundo
no lo entienda,
no les culpo:
ellos no tienen su sonrisa
metida continuamente en la cabeza.
Ellos no se han enamorado
de su voz en cada palabra,
de sus ganas de vivir,
del sonido de su risa.

No me hablen de poesía
si no han visto
cómo baila el fuego de su pelo,
ese que se aviva en sus ojos
que parece que ardan
y se quemen por dentro
y que cuando los miro
(en la distancia, desde lejos)
hacen que me pregunte
cuál es el misterio de su corazón…
y a qué saben sus besos.
No, no me hablen de rimas
que al final quedan vacías:
sólo escribo lo que siento.

Yo guardo todos sus mensajes,
él guarda todos mis secretos,
y aunque no pueda abrazarle
cuando tengo ganas de llorar
es él en quien pienso
para no desmoronarme.
Que sabe todo lo bueno
que hay en mí,
pero también todo lo malo…
y en vez de juzgarme
está siempre ahí,
tendiéndome la mano.

No me hablen de magia,
porque él es mucho más que eso…
es el único capaz
de hacer brillar el sol en mi ventana
y siempre despide
esa felicidad que se contagia.
Magia es que el corazón
se me salga del pecho
cuando leo su nombre en mi teléfono
y que su rostro sea lo primero
que me viene a la cabeza cada día.
Magia es que, sin saberlo,
me haya hecho llorar más de una vez…
y todas hayan sido de alegría.

No se confundan:
no les estoy diciendo
que sea perfecto,
les estoy diciendo que su alma
parece a ratos una gemela de la mía
y a ratos completamente diferente:
se complementan
y casi nunca se hieren.
Les hablo de adorar
que a veces parezca indiferente
y dos minutos después haga
que mi cuerpo tiemble;
les hablo de odiar
que le pida un beso y me lo niegue
y que justo después de irme a acostar
me llegue en forma de sms
y sea el doble de especial.
Les hablo de que se ría
con cualquiera de mis tonterías,
de que cuando me pongo borde
siempre tiene una contestación
que hace que sea yo la que sonría;
les hablo de que escucha
cada una de mis movidas
y siempre sabe exactamente
las palabras que me alivian.

Así que me daría igual
que el resto de la humanidad
no lo entendiera…
mientras él quiera
yo seguiré luchando,
aunque a veces duela.
Y aunque a veces
más que esperar, desespero,
iré a contracorriente hasta el final,
porque yo…