sábado, 18 de diciembre de 2010

124.

¡Detente, viento!
¡Que llevas contigo el aroma de vida
y las horas del tiempo!
Detente y dame una razón
para éste roto que no tiene remiendo.
Dimos al amor sueños de oro
y nos trajo un hálito de lamentos.
¡Detente, viento!
¡Que no consigue tu furia mi silencio!
Que se han cansado las palabras
de arremolinárseme dentro,
que hemos dejado la esperanza
a quien no puede empuñar el sentimiento.
¡Detente, viento!
¡O llévate contigo éste canto aéreo!
Allá donde descansa quebrada la mañana
sabiendo que sí, que es el momento.
Que hemos vivido más
que cualquier héroe de cuentos
y hemos forjado una leyenda viva
con la música que escriben nuestros dedos,
pero también hemos besado la oscuridad,
hemos tanteado peligrosos juegos
y el camino de lo correcto se confunde ahora
tras un manto gélido de secretos.
Y aunque hemos sentido un poder olvidado,
a pesar de salvar vidas, hemos errado.
¡Detente, viento!
¡Que tengo el alma rota y el corazón cansado!
Y llévame contigo lejos de aquí, a cualquier lado.
Si sigues gimiendo y soplando,
llévame, viento, contigo…
pues mi tiempo aquí se ha terminado.