sábado, 29 de agosto de 2009

57.

´La historia partió de una partida de rol, por eso detalles "raros" como la forma de transformación, etc.

Tres días antes de la transformación.

-Déjame echar un vistazo –extendí el plano sobre el camastro mugriento de la habitación de la posada, ojeándolo.
-Te digo que es el auténtico, K. ¿Es que no confías en mí? –bufó el mediano.
-Es evidente que no –dije, señalando la cicatriz que cruza mi ceja izquierda, en diagonal, rozando el ojo-, la última vez que lo hice me quedó este regalito.
-Bueno, un ligero contratiempo… -rió, de forma nerviosa- yo no sabía que esos tipos iban a aparecer de la nada.
-Ya… -enrollé de nuevo el pergamino y lo guardé en mi mochila- lo haremos dentro de tres días; recuerda que sólo queremos el diamante, así que no te entretengas haciendo estupideces. Si volvemos a fallar un encargo, Jimmy, te cortaré esas manos tan largas.
-¡Eh, eh! –alzó ambas manos y empezó a retroceder hasta la puerta, de espaldas a ella- Saldrá bien, saldrá bien, confía en mí.

Se escabulló, tras la puerta, con su risilla nerviosa e hilarante.

El comienzo.

Para cuando llegó el momento ya era noche cerrada. Habíamos elaborado una copia más del plano del caserón, así tendríamos uno cada uno. Sólo había dos opciones posibles, así que el trabajo estaba prácticamente hecho.

Evadir a la guardia personal del propietario del caserón no fue difícil, ya que con su ausencia éstos se dedicaban a holgazanear y algunos incluso dormían plácidamente en sus respectivos puestos.
Me separé de Jimmy cuando conseguí activar el mecanismo de una puerta secreta que daba a la parte trasera del caserón y conducía al interior.

El pasadizo era muy angosto y estaba oscuro, quería asumir el menor riesgo posible pero, por otro lado, si no encendía la antorcha podría caer en alguna trampa mortal, así que la prendí y avancé con cautela hasta que la leve claridad del interior de la casona empezó a filtrarse por los resquicios del otro extremo del túnel.Me aseguré de que todo estuviera despejado y avancé hasta la puerta señalada en el mapa, con la mano siempre cerca de la empuñadura de la daga que sujetaba en mi muslo derecho.

La puerta daba a unas escaleras de bajada a una planta del subsuelo, que parecía toda hecha de roca. El ambiente estaba cargado y húmedo, y había un ligero olor a putrefacción.
Sólo había una puerta que estuviese cerrada con llave, así que me centré en ella. Cogí una ganzúa de la mochila y la introduje, empujando con paciencia cada una las finas barras que formaban la cerradura por dentro, falseándola más que forzándola, hasta que sonó el “clic” de la victoria y la puerta se abrió, chirriando levemente.

¿Recordáis el hedor del que os hablé antes? Una bofetada de éste me golpeó nada más abrir la puerta, haciéndome girar la cabeza. Me cubrí la nariz y la boca con una máscara y observé el interior, desde fuera:
Parecían mesas de experimentos, con todo tipo de materiales de trabajo, botes de todas las formas y tamaños y con contenido de colores vívidos e incluso humeantes. El diamante estaba apoyado en una especie de plataforma, y había multitud de papeles alrededor de él, parece que estaban experimentando con él por alguna razón que ni conocía ni me importaba.

Avancé un paso, pero un destello en medio de la nada hizo que me detuviera. Cuando observé con más detenimiento, pude ver un hilo que atravesaba la puerta de un extremo al otro. Lo corté con la daga y me retiré unos pasos, observando como un virote se disparaba desde algún lugar de la habitación hasta caer a mis pies.

Je… ya veo.

Me acerqué por fin hasta el diamante. No parecía haber más trampas alrededor, así que simplemente lo cogí y guardé en la mochila.
En ese momento, las jaulas de que había en una de las mesas se abrieron automáticamente y una bandada de murciélagos deformes se abalanzó sobre mí; me cubrí el rostro con los brazos, pero noté un dolor punzante en el cuello y, al llevar la mano a él, una vez se hubieron retirado los repugnantes híbridos, noté fluir levemente mi propia sangre.
Daba igual, era una herida menor, ya me la curaría cuando tuviera tiempo. Ahora había que ahuecar el ala.

Una vez fuera del caserón, esperé un buen rato en el punto de reunión a que Jimmy volviera, pero no lo hizo.
Teniendo en cuenta que yo había encontrado el diamante, posiblemente se hubiera metido en líos. Una lástima, pero las bajas son inevitables. Más para mi bolsillo.

12 comentarios:

  1. Algún día aparecerá como un fantasma del pasado.

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  2. Buenas noches, Dama.

    El cuento perfecto. Sólo he echado en falta un pequeño detalle... el "continuará".

    ¿Será que me he quedado con ganas de más?

    Muchos besos.

    PD: Me alegra que vuelvas de esta forma. Esto no era lo mismo sin ti. De veras.

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  3. Muy bueno el relato...supongo que la historia no acaba aqui...

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  4. Intrigante historia, Damita, bien relatada. Pero al final me parece un poco apresurada. Habrá continuación??? Besillo de domingo.

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  5. A mi estas historias me pican!! XD

    Laura.

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  6. Dioses, no reconozco a K así de hijaputa.

    ¿Se va a convertir en un bicho mono? *.*

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  7. Queremos más! :)
    Intrigante historia.
    ¿Para cuándo la segunda parte?
    Un beso!!
    David.

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  8. Y cuando parece (¿que es una heridilla de esos bichos en comparación con haber ejecutado el plan?) que lo peor ha pasado....
    Aquellos brazos en alto "ehh tranquilo", las trampas salvadas, los guardias, todo hecho

    y sin embargo nos tienes aquí esperando a que suceda... el qué??

    :) segunda parte please!

    Un abrazo

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  9. Vuelvo y veo que te has internado en el lado oscuro de la montaña... muy bueno el relato ¿hay mas?

    besos de druida recien llegado

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  10. Hola Dama Blanca, cuánto tiempo :)

    Yo quería comentarte (aunque no tenga que ver con esta entrada) que me ha sorprendido mucho lo que escribiste hace 2 entradas (la número 55), porque podría perfectamente haberlo escrito yo (me refiero al contenido, claro)...

    Un abrazo

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  11. Si es al hilo de una partida de rol, habrá que volver a por Jimmy... (o eso nos "animaría" el master a hacer...)

    Besucos

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  12. Ir por un diamante hasta el centro de la oscuridad y extraerlo sorteando obstáculos y peligros ofrece tensión en el relato, el mismo contraste entre brillo y negrura donde media astucia y acción llenan de misterio y suspenso el cuento. Me sumo a los que esperan una continuación.
    Mi gran saludo Escritora!

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