Sabía que no debía llamar a las puertas del deseo; que aquellos labios firmes estarían esperando al otro lado, entre las llamas del pecado y la morbosa oscuridad, para cubrir su cuerpo de delirios carmesí.
Lo sabía, y porque lo sabía abrió la puerta para entrar, y entró en ese mundo de sensaciones exquisitas, aunque luego el arrepentimiento avanzó sobre su corazon y oscureció el recuerdo de aquel beso. Pero lo sabia e igual se atrevió: si no tiras los dados tu misma, lo hace la noche por ti, y en ese caso el azar siempre es diferente.
Lo sabía, y porque lo sabía abrió la puerta para entrar, y entró en ese mundo de sensaciones exquisitas, aunque luego el arrepentimiento avanzó sobre su corazon y oscureció el recuerdo de aquel beso. Pero lo sabia e igual se atrevió: si no tiras los dados tu misma, lo hace la noche por ti, y en ese caso el azar siempre es diferente.
ResponderEliminarPor su puesto que lo sabía.
ResponderEliminarUn placer entrar aquí Dama Blanca :) me has dejado de piedra con todas las entradas.