(Antes de nada decir que he adaptado este relato de una de mis poesías, desde que la escribí he querido hacerlo y no veo mejor momento)
Querido M.
Recuerdo perfectamente el último día que pasamos juntos. Lo recuerdo porque he medido y mediré por aquellas horas todos los días que le resten a mi vida.
Era una mañana de abril, lloraba el cielo y llovía en nuestros corazones. Aquél día tú te alejarías de mí. Cogiste mi mano y paseamos juntos por las calles de Madrid, memorizando cada esquina, cada secreto o misterio, robándonos miradas y haciéndonos reír.
Cuando llegamos a nuestro parque favorito, nos sentamos a los pies de un árbol y tú te apoyaste en mí. Aún puedo sentir el tacto de seda de mis dedos hundiéndose entre tu pelo azabache, como si nada más existiera, embriagándome de la fragancia pura de tu alma y la mía. Y aún puedo sentir el dolor de mi corazón, como si descalzo caminase sobre un alambre y un solo suspiro bastara para abatirle, para romperle en mil pedazos. El soplo de tristeza de aquél tren que nos separó.
Fingimos, en nuestra inocencia de entonces, que no pasaba nada. Que ese tren nocturno jamás llegaría a nuestro andén ni que tú te llevarías mi felicidad y los últimos trozos de mi corazón como equipaje, y aún así lo sabíamos.
Lo sabíamos, porque lo que mejor recuerdo –y créeme, lo recuerdo cada noche-, es aquél beso cargado de pasión que juraba un” volveremos a vernos” pero rezaba un “adiós”, o el sabor amargo de mis palabras “buen viaje” que suplicaban un “no me dejes nunca”.
Y qué poco me equivoqué. Aquél hasta pronto fue, desde el principio de nuestra juventud hasta este punto de la vida en que ya ni siquiera recuerdo qué soy o quién fui, un hasta nunca. Te escribo después de tantos años porque me casé, tuve hijos y ahora acabo de recibir a mi primera nieta y aún así… mi corazón siempre voló contigo a París.
Porque te recuerdo en cada momento de angustia y de paz, y porque espero que tú también lo hagas, te haya ido como te haya ido en la vida.
Porque esta mañana llueve, y es abril.
eresmiescritorapreferida:)
ResponderEliminarAbril es uno de nuestros peores meses, y somos así de masoquistas, que es el que más nos gusta.
Hola, Dama Blanca:
ResponderEliminarMe gustó muchísimo tu relato.
No me gustan las despedidas pero, a veces la vida y las circunstancias te llevan a ello. Es muy triste pero, qué se puede hacer...
Saluditos.
Tienes rendida a tus pies, a partir de ahora, a una fiel seguidora de todo lo que escriban tus manos. ¡Qué pasada!
ResponderEliminarEres la mejor, me encanta aunque sea tan triste.
ResponderEliminarBesitos.
Que piropos te echan por aquí, parecidos a lo de mi madre '-' MADRE jejejejeje.... jé jé jé..... ¿lo pillas? jejejejejé... cualquiera lo diría.
ResponderEliminarMira mi fotolog, petarda.
Bueno, el mismo tren que sirve para alejarte de alguien te puede llevar de nuevo a su lado, es lo bueno de los andenes y las estaciones. Las despedidas tristes son las mejores, significan que lo de antes ha sido muy bueno. Nunca es tarde para viajar a París, díselo a tu prota! ;)
ResponderEliminarBuuuuuuuuh!
ResponderEliminarNo sé como lo has hecho, pero has conseguido hacerme vivir cada segundo de esa despedida
ResponderEliminarLa dependencia amorosa nunca le ha hecho bien a nadie. Idealizar menos. Un aire tristón bien logrado, melancólico, nostálgico y derrotista, tiene consistencia. Pero el amor hoy en día es cosa de películas de hollywood, programas de televisión y demás movidas. Hay cosas más importantes que separaciones amorosas, aunque entiendo que no estés de acuerdo-tú o tu personaje-
ResponderEliminarSAludos
No ha sido ninguna molestia, para nada.
ResponderEliminarEs bueno seguir la idea dominante, sin preocuprase demasiado. Así se sufre como los demás y se vive como los demás. ¿qué más se puede pedir?.
Me ha gustado especialmente el "no puedo estar de acuerdo", como si un amo o alguien te recordará que "no puedes". ¿Se llama Platón?
saludos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMis dueños son mi corazón, mi alma y mi mente a partes iguales, es decir, yo misma.
ResponderEliminarSiento que tú no puedas decir lo mismo, y que con tu ferviente defensa de no seguir la idea dominante la sigas más que nadie ;)
Un saludito.
Dama Blanca me ha gustado mucho esta carta-cuento que has escrito; la prosa poética se te da muy bien. Si no lo hubieras publicado y yo, sí leído, te diría que lo presentaras en el concurso de Cartas de amor de la escuela de escritores, le sobran méritos para dar batalla.
ResponderEliminarSaludos.
^-^
ResponderEliminar^-^
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